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¿Por qué cuesta tanto ver nuestra sombra?

"Yo tuve una infancia normal."

"Mis padres hicieron todo lo que pudieron."

"Estoy bien, no tengo nada que revisar."


Frases como estas las escuchamos todos los días. Y sin embargo, cuando miramos más de cerca, muchas de las dificultades que vivimos en el presente —conflictos de pareja, adicciones, ansiedad, síntomas físicos, dificultad para amar, para poner límites o para disfrutar— no nacieron en la adultez, sino que tienen raíces mucho más antiguas: en los escenarios emocionales de nuestra infancia.


Pero para poder ver ese origen es necesario atrevernos a mirar nuestra sombra. Y esto es todo menos fácil.


¿Qué es la sombra?


Desde la mirada de la Biografía Humana, la sombra es todo aquello que hemos reprimido o negado de nuestra experiencia emocional, porque no era aceptable en nuestro entorno primario (especialmente para nuestra madre).


Es el dolor no expresado, la rabia no autorizada, el miedo no escuchado, el deseo prohibido, la necesidad de contacto, de amor, de libertad que fue silenciada para que pudiéramos ser "buenos hijos", para que mamá (y papá) pudieran querernos, o al menos tolerarnos.

La sombra es el precio que pagamos para obtener pertenencia.


¿Por qué cuesta tanto verla?


Porque la construcción del personaje que desarrollamos en la infancia (esa versión de nosotros que "funciona bien" en el mundo) se basa precisamente en ocultar esa sombra.


El personaje se dice: "Yo soy fuerte", "Yo soy independiente", "Yo soy buena madre", "Yo no necesito nada", "Yo siempre hago lo correcto".Mientras tanto, en el sótano emocional quedan guardadas la fragilidad, la dependencia, la rabia, el dolor, la necesidad de amor, el vacío.


Ver la sombra significa desmontar el personaje. Y eso es aterrador. Es como perder la piel que nos ha protegido toda la vida.


Además, ver la sombra duele. Porque significa contactar con escenas de soledad, abandono, incomprensión o violencia que, como niños, no pudimos soportar conscientemente.


¿Por qué muchos no creen que tienen sombra?


Porque el personaje es muy hábil para autoconvencerse. Nos cuenta una historia que nos resulta cómoda: “Mis padres fueron maravillosos”, “No me faltó nada”, “Lo que pasó fue normal”.Y la cultura patriarcal y adultocéntrica refuerza ese discurso: no está bien hablar de lo que dolió, no está bien señalar a los padres, no está bien ser frágiles.


El mito de la "infancia feliz" es una gran trampa que sostiene la sombra intacta.


¿Por qué es importante trabajar con la sombra como adultos?


Porque lo que no vemos de nosotros mismos… nos maneja.

La sombra no desaparece por ignorarla. Al contrario, se manifiesta:

  • en conductas compulsivas que no entendemos (adicciones a la comida, al trabajo, a relaciones tóxicas, al control);

  • en síntomas físicos (dolores crónicos, enfermedades autoinmunes, trastornos digestivos);

  • en repeticiones de vínculos dañinos;

  • en dificultad para estar presentes emocionalmente para nuestros propios hijos (que heredan nuestra sombra no elaborada).


Si no vemos la sombra, ella dirige nuestra vida. Y además, la entregamos inconscientemente a la siguiente generación.


Ejemplos contundentes


  • Una mujer que sostiene el personaje de madre perfecta y sacrificada, pero que tiene ataques de furia hacia sus hijos cuando ellos no responden como espera. Su rabia es la sombra de su propio abandono emocional infantil.

  • Un hombre adicto al trabajo que no puede disfrutar de su familia: su compulsión a producir esconde una necesidad infantil no satisfecha de reconocimiento y amor.

  • Una persona que vive relaciones de pareja tóxicas, repitiendo el patrón de vincularse con personas emocionalmente inaccesibles. Está atrapada en el intento inconsciente de reparar la falta de amor materno.


¿Cómo ayuda la Biografía Humana?


La Biografía Humana no busca culpables. No es un ejercicio de juicio hacia nuestros padres. Es un proceso amoroso y valiente de reconstrucción de lo que realmente nos pasó.


Cuando podemos poner palabras, imágenes y conciencia sobre los escenarios emocionales que vivimos —no los que nos contaron o los que contamos para sobrevivir—, entonces la sombra deja de gobernarnos desde la oscuridad.


Al ver la sombra con un otro que acompaña (el terapeuta o el grupo), podemos:


  • Comprender nuestros automatismos;

  • Integrar aspectos negados de nuestra humanidad;

  • Liberarnos de mandatos ajenos;

  • Recuperar la capacidad de amar genuinamente;

  • Interrumpir la transmisión de la sombra a nuestros hijos.

En conclusión


Trabajar con la sombra es un acto de profundo amor y de responsabilidad. No para buscar perfección, sino para habitar nuestra vida con más verdad, más libertad y más ternura hacia nosotros mismos y hacia quienes nos rodean.


El camino es arduo, sí. Por eso muchos lo evitan. Pero también es el único que nos permite dejar de vivir en la prisión de un personaje que ya no nos sirve.


Como dice Laura Gutman: "Solo podemos abordar aquello que somos capaces de ver."Ver la sombra no es debilidad. Es valentía. Y es el inicio de la verdadera transformación.







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