Durante generaciones nos enseñaron que maternar bien era hacerlo todo “correcto”.Nos repitieron que ser buena madre era ser paciente, incansable, estable, amorosa, disponible… siempre.Y sin darnos cuenta, muchas de nosotras crecimos con la carga silenciosa de tener que ser perfectas para merecer amor.
¿Qué pasa cuando intentamos ser esa madre perfecta?
Vivimos agotadas. Llenas de culpa. Intentando sostener un ideal inalcanzable.Creemos que si nos equivocamos, dañamos a nuestros hijos. Que si nos mostramos tristes, frágiles o confundidas, fallamos.
Pero la verdad —la que muchas estamos empezando a mirar con valentía— es que nuestros hijos no necesitan madres perfectas.Nos necesitan conectadas con nosotras mismas, dispuestas a sentir, a reconocer nuestras emociones, a asumir nuestra propia historia.
Lo que realmente acompaña a un hijo
Un niño no necesita una madre que nunca se enoja.Necesita una madre que, si se enoja, sepa luego hacerse cargo.Que pueda decir: “Esto no fue tu culpa. Esto tiene que ver conmigo.”Una madre que se atreva a preguntar: “¿Qué parte de mí está reaccionando así?”
Porque lo que da seguridad a un niño no es la perfección externa, sino la coherencia emocional interna.
Sanar para no repetir
La maternidad despierta nuestras heridas más profundas.Nos confronta con todo lo que quedó pendiente en nuestra propia infancia: la soledad, el miedo, la falta de mirada, el abandono emocional.
Por eso, maternar conscientemente implica mirarnos con ternura.No para juzgarnos, sino para comprender de dónde vienen nuestras reacciones.Para que no tengamos que seguir proyectando sobre nuestros hijos lo que aún no pudimos resolver en nosotras mismas.
Una vía de transformación: la Biografía Humana
En este camino, la Biografía Humana —creada por Laura Gutman— es una herramienta poderosa.Nos invita a reconstruir nuestra historia emocional, a ver con claridad lo que vivimos, lo que nos dolió, lo que callamos.Nos ayuda a integrar a nuestra niña interior, para que no sea ella quien críe a nuestros hijos desde la sombra y la carencia.
No se trata de hacerlo todo bien
Se trata de habitar la maternidad desde la consciencia, no desde la exigencia.De elegir la presencia emocional por encima de la perfección conductual.De atrevernos a mirar hacia adentro, una y otra vez, para no repetir sin darnos cuenta lo que nos hirió.
Porque cuando una madre se encuentra consigo misma,cuando elige sanarse,está abriendo un nuevo destino,no solo para ella, sino para toda su familia.
