Cuando nos convertimos en padres, solemos pensar que lo más difícil será lidiar con los berrinches, las noches sin dormir o la constante preocupación por el bienestar de nuestros hijos. Sin embargo, una de las revelaciones más profundas de la paternidad es que el desafío más grande no está en los comportamientos de nuestros hijos, sino en el trabajo que debemos hacer con nosotros mismos.
En Biografía Humana, Laura Gutman nos invita a reflexionar sobre cómo la paternidad no solo nos enfrenta a las necesidades de nuestros hijos, sino también a las nuestras. Nos enfrenta a nuestra sombra: esos aspectos de nosotros mismos que hemos ignorado, rechazado o no hemos tenido el coraje de mirar. Y es ahí donde reside el verdadero desafío.
La sombra, es todo lo que hemos reprimido de nosotros mismos a lo largo de los años. Es todo lo que no queremos ver, lo que nos avergüenza o lo que nos causa miedo. Cuando nos convertimos en padres, esa sombra comienza a salir a la luz. Lo que muchas veces creemos que es un "mal comportamiento" en nuestros hijos, en realidad puede ser un reflejo de lo que nos falta sanar dentro de nosotros.
Es fácil caer en la trampa de pensar que si nuestros hijos se comportan mal, es porque algo estamos haciendo mal. Pero, ¿y si en lugar de eso, lo que estamos viendo en su comportamiento es simplemente un reflejo de nuestras propias inseguridades, miedos o frustraciones no resueltas? Cada desafío que enfrentamos como padres puede ser una oportunidad para mirar hacia adentro y preguntarnos: ¿Qué parte de mí está reaccionando a esto?
La paternidad, en este sentido, se convierte en un proceso profundo de autoconocimiento y sanación. No se trata solo de enseñarles a nuestros hijos a ser responsables, respetuosos o emocionalmente equilibrados. Se trata también de aprender a gestionar nuestras propias emociones, de reconocer nuestras sombras y trabajar en nuestras propias heridas emocionales. Solo entonces podremos ser verdaderos guías para nuestros hijos, porque no podemos dar lo que no tenemos.
Cuando nos enfrentamos a nuestros propios miedos, frustraciones o patrones heredados, podemos empezar a romper ciclos. Podemos transformar nuestra paternidad en una oportunidad de crecimiento personal, tanto para nosotros como para nuestros hijos. Cuando un padre o una madre se compromete a sanar su propia sombra, está no solo cambiando su propia vida, sino la de toda su familia.
